domingo, 10 de febrero de 2019

Cadena perpetua. Frank Darabont, 1994

"... hay una escena que refleja esto mejor que ninguna otra: Andy se queda solo en el despacho del alcaide y decide lanzar a través de todo el sistema de megafonía ‘Las bodas de Fígaro’ de Mozart. De pronto, todos los reclusos que paseaban tranquilamente por el patio se paralizan y miran hacia el altavoz, intentando descubrir si lo que oyen es un sueño. Red ejerce entonces su tarea de narrador para darle más peso emocional al momento, y dice: “Las cosas buenas no hace falta entenderlas”. El poder de la música se exhibe ante ellos, hombres obligados a mostrar su cara más dura para no convertirse en parásitos que, sin embargo, ante Mozart, vuelven a ser seres humanos."

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